El 26 de febrero de 1815 Napoleón abandonó la isla de Elba donde estaba recluido desde el 4 de mayo de 1814 y su barco puso rumbo a la costa francesa. Al saber que había desembarcado en Cannes, Luis XVIII envió un ejército para detenerle. Sin embargo, los soldados que debían frenar su avance hacia París hicieron todo lo contrario: se unieron a las tropas del emperador. Napoleón recuperó el poder sin disparar un solo tiro. El 20 de marzo ya pasó la noche en las Tullerias tras ser recibido por una muchedumbre. Empezaba así lo que se ha llamado el gobierno de los Cien Días.
Napoleón nombró ministros y otorgó una constitución de signo liberal. Sabiendo que los aliados no tardarían en reaccionar, reunió un enorme ejército. Pero sus adversarios disponían de muchos más. Waterloo, la batalla decisiva, se libró el 18 de junio de 1815 en una llanura de la actual Bélgica. Tras su nueva y definitiva derrota Napoleón se replegó hacia París. Después se dirigió a Rochefort y a la isla de Aix, en la costa atlántica, donde pudo haber embarcado rumbo a América. Sin embargo, prefirió entregarse a los ingleses.
El gobierno
Británico decidió que el corso sería desterrado a una isla, pero esta vez muy
lejos de Europa. Una isla del hemisferio sur, Santa Helena. El 17 de octubre de 1815, este año se
cumplen 205 años de su llegada, desembarcaba en la
isla a
bordo del Norhumberland, un navío de guerra de la Royal Navy, muy bien
custodiado por una flota y 2.500 soldados.
A
su confinamiento le acompañaron algunos de sus hombres más leales. Uno de
ellos, el conde Las Cases, su secretario, escribió el Memorial de Santa Helena, publicado en Londres el 1823 en 8
volúmenes. Para todos sus acompañantes, Napoleón seguía siendo su emperador,
cosa que naturalmente irritaba a los ingleses. Estos no lo trataron con guantes
de seda precisamente. Para empezar, le llamaban general Bonaparte, lo cual hería su megalomanía.
El destierro de Napoleón en
Santa Helena duró seis años. Cansados de
él, algunos de sus hombres le abandonaron y volvieron a Francia. Las Cases, su
secretario, dejó la isla en 1816. El Emperador falleció el 5 de mayo, a la edad de
51años. Oficialmente murió a causa de un cáncer de estómago. La tesis de un
posible envenenamiento con arsénico ha sido muy controvertida. El cadáver del
emperador recibió sepultura en un valle próximo a Longwood, bajo una lápida sin
nombre alguno, pues los británicos no querían ver en la piedra la inscripción
NAPOLEÓN.
- Oiréis otra vez a París gritar «¡Viva el Emperador!»