lunes, 30 de diciembre de 2013

EL TRATADO DE VALENÇAY: FERNANDO VII RECUPERA EL TRONO DE ESPAÑA


palacio de Valençay
 El 13 de diciembre de 2013 se cumplían 200 años de la firma del tratado de Valençay por parte de Francia y España, con él se establecía la paz y se ponía fin a la Guerra de la Independencia. Además de las condiciones para establecer la paz entre ambos países, Napoleón reconocía a Fernando VII y a sus sucesores como Reyes de España y de las Indias.

A finales de 1813, Napoleón se encontraba en una situación muy difícil. Los ejércitos franceses habían sufrido serios reveses; primero, en Rusia y más tarde en España. Después de la derrota francesa en la Batalla de Leipzig en octubre de ese año, el combate final se intuía cada vez más cerca. Al sur del Imperio, en España, las fuerzas inglesas comandadas por Wellington amenazaban con cruzar las fronteras en colaboración con los españoles y adentrarse en Francia. La idea de Napoleón era zanjar el conflicto español para poder centrarse en preparar mejor la batalla final.
firma del tratado

Por otro lado, Fernando VII aislado, desinformado y sin apenas experiencia de gobierno, se dejó manipular por los responsables de la negociación para recuperar el trono. Primero fue el conde de la Forest, que había sido embajador francés en Madrid, quien se encargó de convencerle de que sus verdaderos enemigos eran los ingleses.  
Fernando VII, al principio, se negó a colaborar con Napoleón argumentando que él no podía negociar tales cosas, pues en primer lugar estaba preso y en segundo lugar, al salir él de España, se había organizado una Regencia que era la que tenía ese tipo de poderes. La Forest replicó que eso no importaba dada la naturaleza divina de la monarquía y que no podía eludir sus compromisos como si fuera un individuo particular. Sin embargo, Fernando respondió al día siguiente que Napoleón debía negociar con la Regencia o que esta regencia mandara a un grupo a hablar con él para informarle de las intenciones que tenían y de la situación del país.
Momento del tratado
 Tras esto, los franceses mandaron ir al Castillo al duque de San Carlos, José Miguel de Carvajal que acudió a Valençay de incógnito con el sobrenombre de Ducos. El duque ya conocía a Fernando de los primeros tiempos que pasó éste en el castillo. El 21 llegó al castillo a hablar con Fernando, con quien estuvo analizando la situación bastante tiempo. Al día siguiente se reunieron en el palacio La Forest y el Duque de San Carlos y entre ambos durante varios días estuvieron redactando un documento que quedó terminado el 24 de noviembre. El documento quedó listo el 8 de diciembre.

Este tratado de Paz y Amistad comenzaba con el cese de las hostilidades, la devolución de las plazas y territorios españoles en manos de los franceses, la liberación de los prisioneros de ambos lados y la restitución de los bienes secuestrados durante la guerra. Además el rey español se comprometía a evacuar de su territorio al ejército británico, a devolver los honores, empleos y bienes a los afrancesados y pasar una pensión a Carlos IV, su padre, y a su esposa de 30 millones de reales al año.
Por otro lado, se restablecía el comercio con el Emperador en los mismos términos que habían regido entre ambos países desde el tratado de Utrech y hasta 1792 que quedó interrumpido por los acontecimientos de la Revolución Francesa. Con este tratado se volvía a colocar a Fernando en el trono, pero se consideraba un pacto muy beneficioso para Francia, pues con él cambia sin ningún tipo de contraprestaciones, la posición diplomática internacional de las cortes y de la Regencia, que hasta ese momento se había apoyado en Inglaterra. El Duque de San Carlos se desplazó a Madrid con la misión de obtener la ratificación del tratado, pero las cortes no lo hicieron. Napoleón dejó que Fernando regresara a España en marzo de 1814.
Alegoría de la llegada de Fernando VII a España

El tratado de Valençay vino a enfrentar dos concepciones del poder. Por un lado la que había en España en ese momento, que negaba validez a cualquier acto de Fernando VII hasta que no jurase la Constitución y fuese reconocido como Rey por las Cortes. Por otro lado, la del monarca que era partidario de ignorar lo acontecido en España durante los años anteriores y volver a la primavera de 1808 cuando, en marzo, fue proclamado rey. Este tratado vino a abrir el camino al golpe absolutista que se consumó en Valencia en mayo de 1814.

Para saber más: La Aventura de la Historia nº182





jueves, 5 de diciembre de 2013

LA BATALLA DE EMPEL, UN MILAGRO DE LA INMACULADA. ¡FELICIDADES INFANTERÍA!

España estará de fiesta el próximo día 8 de diciembre como cada año desde 1644, cuando se nombró a Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción patrona y protectora de la nación española.
La Virgen Inmaculada es también patrona de la Infantería española, un patronazgo que tiene su origen en el siglo XVI en la conquista de Flandes, cuando los antiguos Tercios Españoles combatían en dicha tierra.
El llamado milagro de Empel, es bien conocido por los amantes de la Infantería y la Historia Militar española, aunque quizás no cuente con la difusión que han tenido otras leyendas.
Se dice que en el otoño de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco de Bobadilla y del maestre Juan del Águila fueron sitiados en la isla de Bommel y lograron vencer a la muerte gracias a la repentina congelación de un río. El hecho fue atribuido a la Inmaculada Concepción.
Grabado de la Batalla de Empel 1585
por Frans Hogenberg y Georg Bramz
Un golpe de suerte o una intervención divina. Estas eran las únicas formas de que los miembros del Tercio de Bobadilla no fueran masacrados el 8 de diciembre de 1585 mientras defendían el monte de Empel –ubicado en una pequeña isla holandesa–. Harapientos, sin provisiones y asediados por una infinidad de buques, a los soldados españoles no les quedó otra solución que rezar pidiendo un milagro, y eso es lo que obtuvieron. Aquella noche, uno de los ríos limítrofes, el Mosa, se congeló permitiendo a los defensores cargar contra el enemigo y obtener una victoria por la que nadie hubiera dado medio escudo de oro.
Pero en esa funesta jornada el ejército español no solo triunfó en combate, sino que también convirtió a la Inmaculada Concepción en la patrona de su infantería. Y es que, según cuenta la leyenda, un soldado del Tercio encontró enterrada una imagen de la Virgen pintada en madera el día previo a la contienda. La imagen se dispuso en un altar improvisado y los soldados se encomendaron a ella para que les ayudase en la batalla. Bobadilla para arengar a sus soldados en plena adoración se dirigió a ellos y dijo: "¡Soldados! El hambre y el frío nos llevan a la derrota, pero la Virgen Inmaculada viene a salvarnos. ¿Queréis que se quemen las banderas, que se inutilice la artillería y que abordemos esta noche las galeras enemigas?" "¡Si queremos!".
 
 
 
Los soldados del Tercio Viejo estaban a merced de la artillería de la flota enemiga, apenas tenían víveres ni ropa seca con la que combatir el frío, estaba claro que en aquella dichosa isla, las fuerzas españolas no aguantarían mucho. No obstante el almirante Holak que conocía bien a los españoles no quería bajas innecesarias por lo que a pesar de la precaria situación de los sitiados, este les ofrecería una honrosa rendición. La respuesta del Maestre de Campo  Bobadilla al cargo de los soldados españoles fue clara: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Esta insolencia a los ojos de Holak hizo que su orden inmediata fuera abrir un segundo dique e inundar aun más la zona. Los españoles se retiraron al lugar que aun permanecía sobre el mar, una pequeña colina llamada la colina de Empel.
El día 8 seria el día del ataque final pero, en la madrugada del día 7 al 8 un frío inusual acompañado de un viento huracanado, convierte en hielo la superficie del cauce del Mosa de tal forma que se podía caminar sobre él. Los soldados entonces vieron su oportunidad y marcharon sobre el hielo hacia la flota enemiga que no se esperaba un ataque total. Los combates fueron impecables para los españoles.
Los tercios se  apoderaron de numerosas armas, prisioneros, y de todos los barcos no
destruidos. El Milagro de Empel se estaba gestando.
Esa misma madrugada el tercio recompuso su formación y marchó hacia el fuerte donde se encontraba la artillería que tan precaria había hecho la situación de los tercios durante el sitio. El Tercio Viejo lleno de rabia e ira cargó contra el fuerte que fue tomado en muy poco tiempo, los rebeldes holandeses eran incapaces de parar a los cuadros de arcabuceros y piqueros españoles. La desbandada holandesa fue total en cuanto el fuerte cayó en manos españolas, entre los que huían se encontraba el almirante Holak. quien dejó dos frases para la historia:
 
"Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro"

"Cinco mil españoles que eran a la vez cinco mil infantes, y cinco mil caballos ligeros y cinco mil gastadores y cinco mil diablos".
Aquella jornada, entre vítores, aumentó la devoción por la Inmaculada Concepción entre los combatientes españoles, y la Virgen fue tomada desde aquella fecha como patrona de los Tercios y hoy en día es la patrona de la Infantería Española.