En la madrugada del día 19 de Julio, sobre las 3 horas, el general
Reding había ordenado toque de diana para emprender
la marcha hacia Andújar, pero Dupont había tomado ya el camino opuesto. Ambos
ejércitos se iban a encontrar literalmente en las afueras de Bailén.
En
esa madrugada el general Venegas había adelantado el toque de diana a sus
jinetes para hacer un reconocimiento previo a la partida de las dos divisiones
acampadas en Bailén. En el puente del Rumblar surge el primer choque entre las
vanguardias de ambos ejércitos. Tras unas escaramuzas previas, ambos ejércitos toman conciencia de la magnitud
del
adversario.
Reding
es
informado
que
la división Dupont está llegando
a Bailén. Dupont
evidencia con total sorpresa que tiene enfrente a un potente
contingente de tropas españolas.
Reding, con
gran acierto consiguió
desplegar sus
tropas a la
salida de Bailén, este
hecho
se
produjo
con
rapidez y disciplina
y fue fundamental.
La cadena de mando funcionó. Aunque con las prisas del momento hubo unidades
que se entremezclaron, la disposición de las fuerzas
está claro que no se dispuso al azar
muy al contrario con gran sentido táctico.
La línea española
se extendía desde cerro Valentín, afueras de Bailén (muy cerca de la ermita
de la Limpiaypura), hasta Haza Valona. Al sector este Reding envió a varias unidades para una
hipotética defensa en el cerro de S. Cristóbal y cerro Del Ahorcado en caso de la
llegada de efectivos de la división “Vedel”. Fueron algunas compañías del Rgto.
de Irlanda, el Rgto. de la Corona, las milicias de Jaén y Granada, los cazadores de Antequera ,un batallón de voluntarios granadinos y el rgto. de caballería de
Montesa.
1º COMBATE: Despliegue inicial y primer ataque español a
la vanguardia francesa.
La batalla se va a iniciar dentro de la
mayor confusión. Sobre las tres de la madrugada, la vanguardia francesa,
mandada por Teulet, llega al Puente del Rumblar. Mientras, el Brigadier
Venegas, había tocado diana una hora antes y se preparaba para emprender la
marcha. Era noche cerrada y apenas se divisaba por el horizonte. Nadie sabía a
quién tenía delante.
Desorientadas las vanguardias de ambos
ejércitos, a oscuras aún, la fuerza de Teulet arrolla a la española y les
obliga a replegarse a las estribaciones del Zumacar Chico. Al oír los disparos,
el General Reding reunido con sus Generales, situados a la izquierda del Camino
Real, ordena a sus unidades que se sitúen donde estaban vivaqueando, Venegas,
consigue tiempo para que se organicen y realicen un despliegue ordenado. Desde la loma del Cerro San Valentín hasta
el haza Walona, en forma de arco.
2º COMBATE: Duelos artilleros con
ventaja española. Primer ataque francés contra la artillería y Centro español.
Ataque por los flancos.
Con la llegada del grueso del
Ejército francés, su general Dupont decide, mientras prepara una primera
columna de ataque, desalojar los altos de su derecha, donde la presencia
española no es una amenaza, pero si un incordio. Para ello, despacha la brigada
pesada del general Privé (coraceros y dragones) apoyada por los batallones
suizos del general Schramm (antiguos regimientos al servicio de España, 2º
Reding 6º Preux) que, tras repetidas cargas, desbaratan las unidades españoles
allí desplegadas; la caballería francesa se repliega a su línea mientras a las
lomas del Haza Wallona llegan los regimientos suizos de Reding 2 y Preux por un
lado, y Reding 3 por el contrario, se reconocen y deciden confraternizar.
Dupont empeña lo mejor de su
ejército sin conseguir nada a cambio, eran las 10 de la mañana y después de más
de cinco horas de combate, el cansancio empieza a hacer mella entre los
franceses. La caballería de Privé arrolla en el Haza Walona al Regimiento en
línea de Jaén que pierde sus banderas y cae mortalmente herido su coronel D.
Antonio Moya. Con su flanco limpio, Dupont lanza la columna del general Chabert
(3 batallones de la 4ª Legión y un batallón suizo al servicio de Francia) que
se estrella contra la poderosa línea española liderada por la batería central
de cañones de a 12 libras.
En su retirada son contraatacados por la caballería española (Regimientos de
Farnesio y Borbón) liderados por un centenar de garrochistas andaluces. Dupont,
que ve sus infantes retroceder ante el empuje de la caballería española,
contraataca a su vez con la suya, recién llegada de la victoriosa carga al
Haza.
Los jinetes de
ambos ejércitos, mezclados y sin control, caen sobre la batería española de la
derecha, pero son rechazados allí mismo por artilleros e infantes que
despliegan cerca de ella. Acaba esta segunda fase con las tropas en las
posiciones de partida.
Las constantes
cargas que Dupont intenta para romper la línea defensiva que había desplegado
el General Reding en algunos de sus puntos, resultan inútiles. El ejército
español mantiene sus puestos a pesar de la falta de profundidad del despliegue
realizado y del temor de que los franceses pudieran abrir hueco en sus líneas.
Los infantes de la Reyna
y de Ceuta obligan a los jinetes de Dupré a retirarse.
3º Y 4º COMBATE: El Centro francés
forma en columna de batalla mientras las caballerías realizan ataques y
contraataques.
Transcurrido
estos dos ataques, Reding ordena a Venegas moverse para ocupar las alturas del
flanco izquierdo francés, para lo cual, éste mueve los dos batallones de
Ordenes Militares apoyados por el escuadrón de Olivenza en dirección a los
Zumacares. Sin embargo, en el ínterin han llegado al campo de batalla los dos
batallones de la Guardia
de París y los dos de la 3ª Legión, los cuales apoyados por la caballería
francesa de Dupré, desbaratan el movimiento, poniendo en fuga a la infantería
española. Con este flanco tranquilo, la 3ª Legión se desplaza hacia el centro
para formar en el siguiente asalto a la batería central española
Después de despejar de enemigos sus
flancos, Dupont se concentra en el centro, forma los restos de la 4ª Legión y a
la “fresca” 3ª Legión y se lanza de nuevo hacía la línea española. Sin embargo
y, como ocurriera en la 2ª fase, el fuego español es demoledor y no tarda mucho
en deshacer las columnas francesas. Para proteger esta nueva retirada, Dupont
despacha a los restos de los cazadores de Dupré en su apoyo. En pleno ataque,
el general francés cae muerto. La sed, el humo del monte bajo incendiado, los
nervios que cunden entre las filas francesas tanto como el temor de la llegada
de Castaños desesperan al enemigo.
5º COMBATE: El “Canto del Cisne”
de la última carga francesa. Dupont espada en mano se lanzó al ataque seguido
de sus hombres.
Al mediodía
del 19 de julio, Dupont intenta un último ataque a la desesperada
comprometiendo lo mejor de su ejército,
400 Marinos de la Guardia,
que había quedado en la retaguardia ante un posible avistamiento de la
vanguardia de Castaños. El general Dupont fue herido, y sus soldados fracasaron
de nuevo en su misión. El calor se había convertido en el auténtico
protagonista, se superaban los 40 grados y ante el fracaso de este último
intento, la tropa francesa se dispersa buscando agua para saciar la sed. De
ahí, que la tradición popular diga que muchos de estos soldados se lanzaran a la Noria de la Huerta de Don Lázaro, único
lugar próximo con agua, con la siguiente frase "Morir aquí y resucitar en
París".
Por el
contrario, el ejército español se encontraba abastecido con los recursos
necesarios gracias al pueblo de Bailén. Una de las principales protagonistas
sería nuestra heroína local María
Bellido que se lanzó al campo de batalla para dar de beber a los soldados
españoles, entre ellos el General Reding.
Dupont solicita a Reding una suspensión
de armas y el libre paso de sus tropas a través de Bailén.
La división
del Gral. Vedel llegó, procedente de la Carolina, (demasiado
tarde) hacia las cuatro de la tarde. Cuando Vedel llega
al escenario de batalla, Dupont ya se había rendido. Los
españoles le enviaron emisarios para informarle de la capitulación de Dupont. Vedel no se lo
podía creer y envió un edecán en busca de Dupont.
Como este tardaba en volver, ordenó atacar a las
tropas españolas de los cerros de El Ahorcado
y al de San Cristóbal. Los infantes españoles que ocupaban San Cristóbal
opusieron resistencia al primer batallón de la 5ª Legión de Reserva y al 3º Rgto. Suizo
pero estos alcanzaron la cima. Los
batallones del Rgto. de Ordenes militares que se habían recuperado de la acción
de los Zumacares en las faldas de San Cristóbal
contraatacaron recuperando el cerro. No ocurrió lo mismo en El Ahorcado. La
tropa española confiada fue cogida por sorpresa inexplicablemente y se entregó
en masa. Cuando Vedel recibió órdenes estrictas de Dupont instándole a entregarse cesó en
su empeño. El desconcierto cundió en el estado mayor de la división
Vedel.
Este
esperó
a
la
noche
para retirarse hacía Despeñaperros alegando que su división no estaba incluida
en la capitulación. Cuando
Castaños tuvo noticias de esta acción
envió un emisario amenazando a Vedel con pasar a cuchillo a los prisioneros de Bailén y este no tuvo
más remedio que volver y unir su destino al de Dupont. Todo un ejército francés,
alrededor de 18.000 hombres fue baja al completo al quedar prisionero. Todo había terminado. Ahora tres largos días de discusión para concertar los términos
de la “rendición” que desde luego no fue “sin condiciones” .
Las bajas francesas
totales se cifran en 17.150 prisioneros, 2200 muertos y 400 heridos. En cuanto a las españolas Castaños
en su informe a la
Junta Provincial de Sevilla, señala 243 muertos entre ellos
10 oficiales y 735 heridos.
El combate fue muy duro por el
sofocante calor que hizo durante la batalla. Se combatía entre el polvo y el
humo. El cansancio era agotador.
LA CAPITULACIÓN
El 22 de julio se firmó la solemne
capitulación en Andújar, la cual había sido redactada en la Casa de Postas del Camino
Real, entre Andújar y Bailén. Las tropas francesas de la división de Dupont,
8242 hombres, desfilaron sobre el campo
de batalla delante del ejército español el 23, rindiendo sus armas, águilas y
banderas, quedando prisioneros de guerra. El 24 de julio se rinden las tropas del
general Vedel, unos 10.000 hombres que también entregaron sus armas y
artillería.
Las
condiciones de rendición fueron suaves e incluían que las tropas francesas
fueran repatriadas a Francia. Sin embargo, estas condiciones no fueron
cumplidas nunca: aunque Dupont sus oficiales fueron liberados y trasladados a
Francia, sus hombres fueron deportados a la desolada isla de Cabrera No más de
la mitad seguían vivos al finalizar la guerra.