miércoles, 18 de mayo de 2022

II RECREACIÓN DE LA ACCIÓN DE VILLANUEVA DE LA REINA. 15 DE JULIO 1808

El último fin de semana de mayo 27 y 28,  se celebrará la II Recreación de la Acción de la Acción de Villanueva, uno de los enfrentamientos entre  tropas francesas del General Dupont y las del Ejército de Andalucía al mando del General Castaños. Fue uno de los prolegómenos de la Batalla de Bailén.

Ocurrió de la siguiente forma: La 2ª división, en cumplimiento de la misión asignada según el Plan de Porcuna, había efectuado la marcha de flanco a continuación de la 1º (Réding), tomando posiciones el día 14 de julio a la altura de Villanueva, para atravesar el río Guadalquivir y efectuar, de forma coordinada, con la 1ª, la acción envolvente sobre las posiciones francesas de Andújar.

El movimiento no había pasado desapercibido por Dupont, que aunque considerando que la acción principal se dará en Andújar, destaca a la 4ª Legión (brigada Chabert de la 1ª división del general Barbou) para que efectúe un reconocimiento armado en la zona y evalúe los efectivos en presencia.

Coupigny se encontraba en los altos de la actual Higuera de Arjona, denominada en aquella época Higuereta (Yguereta en determinados planos), observando los movimientos que realizaba el enemigo en la orilla norte del río, principalmente los correspondientes a la división Vedel, y preparándose para actuar de forma coordinada con Réding, cuando en la madrugada del día 15 recibe la información de que el enemigo se encontraba atravesando el río por Villanueva (4ª Legión).

Los imperiales, apoyados por un corto número de caballos, tenía la misión de efectuar un reconocimiento armado, consistente en conocer la fortaleza del enemigo que se encontraba enfrente, obtenida la información, retrocederían, antes de empeñarse en combate, aunque causando el máximo daño posible.

Coupigny ordena al brigadier Grimarest, que con algunas tropas ligeras de infantería y destacamentos de caballería, obligara a los franceses a rebasar de nuevo el río. Los franceses firmemente asentados en las proximidades de la ermita, reciben a los españoles con una descarga cerrada que les provoca sensibles bajas y les hace retroceder. Desde las alturas comprueba la situación el marqués de Coupigny, que sin pérdida de tiempo forma a los regimientos de caballería Borbón y España, y acompañado de tres piezas de artillería se lanza en apoyo de las maltrechas tropas de Grimarest. La 4ª Legión resiste y prepara al mismo tiempo su repliegue. Las tropas españolas rebasan también el río pisándole los talones, incluso toman algunos prisioneros y parte de los bagajes y equipajes de la columna francesa. Tras la retirada enemiga, Coupigny vuelve a sus posiciones iniciales, acolado a la izquierda de la división de Réding.

 

Desde La Higuereta, el general D. Antoine Mallet (marqués de Coupigny) teniendo noticias de la ocupación de Villanueva por dos batallones de infantería francesa  que  amenazaban  las  líneas  españolas,  se  lanzó  con  su  división  hacia Villanueva. En un primer momento los batallones ligeros españoles fueron rechazados cerca de la ermita de Santa Ana por la infantería francesa. El propio general español inició un segundo ataque apoyado por el Rgto. Caballería de línea Borbón. Esta vez si que consiguieron la retirada francesa que a tenor de los resultados llegó a ser más una desbandada que una retirada. Los franceses cruzaron  el  río  Guadalquivir  como  pudieron  y  algunos  de  ellos  murieron ahogados. Fueron perseguidos por la caballería española que finalmente regresó a su posición inicial en Villanueva. No obstante en estas acciones los franceses sufrieron alrededor de doscientas bajas. Coupigny debía haber continuado hacia Bailén cumpliendo órdenes pero la amenaza de la división de refuerzo “Vedel” circulando  por  aquella  zona  forzó  a  la  cautela  al  general  español.  Todo  esto ocurría el  día 15 de julio.

 

 Evidentemente el reconocimiento armado no tiene éxito, ya que es abortado en sus inicios, aunque informa al general Dupont de la determinación española, así como que tropas considerables amenazan su línea de retirada. Todos estos informes de movimientos de tropas españolas son los que a la larga le obligan a dejar la posición de Andújar, aunque seguía pensando que allí estaba el cuerpo principal español para intentar reunir en una posición más central a todas las tropas de su cuerpo de ejército. El día 17 se puso en marcha la división a Mengíbar, atravesando el Guadalquivir el 18, por el paso de la Barca, uniéndose posteriormente con Réding para llegar a Bailén.

 

 


miércoles, 4 de mayo de 2022

LOS FUSILAMIENTOS DEL 3 DE MAYO

 

La represión por el levantamiento se salda con el fusilamiento de todos los detenidos y de aquellos que portaran armas. Los fusilamientos de la montaña del Príncipe Pío o Los fusilamientos del tres de mayo, nombre por el que es habitualmente conocido, es un cuadro del pintor español Francisco de Goya . El cuadro, de unos 2,68 x 3,47 metros, se realizó en 1814 y se encuentra en el Museo del Prado, en Madrid. Forma una serie con el cuadro el Dos de Mayo. La leyenda que cuenta que Goya, con 62 años, tras haber seguido de lejos los acontecimientos, se habría acercado más tarde con una linterna al lugar de los fusilamientos y habría tomado notas en su cuaderno no parece ser cierta. Goya todavía no vivía en las cercanías de Príncipe Pío en 1808 y el cuadro se realizó seis años más tarde, así que no fue una reacción espontánea al horror.

Los acontecimientos en la colina de Príncipe Pío están representados con grandes contrastes, que también reflejan la desigualdad de fuerzas en la situación real: a un lado los ocho soldados de infantería, que se ven desde el lado y representan con su fusil, el uniforme y el sombrero un muro; al otro las víctimas, un grupo variado y desesperado que espera indefenso ser fusilados.

Del grupo de los revolucionarios destaca uno con la camisa blanca. La asociación con Cristo en la cruz es intencionada: las manos presentan estigmas. Aquí se asesina a mártires. El tema también es tratado en las gráficas de la serie Desastres de la Guerra.

Las víctimas forman tres grupos: los que están a la espera de ser fusilados y que ven con horror su futuro, los que están siendo fusilados y los muertos. Los grupos se ven de derecha a izquierda, lo que introduce un elemento de transcurso del tiempo en la composición.

 

En el cuadro, Goya no olvida a la iglesia. En la primera fila de las víctimas, arrodillado, aparece un fraile tonsurado. La religión tuvo un importante papel en la contienda, llamando a la resistencia desde los altares y proveyendo a los resistentes de curas dispuestos a empuñar las armas. La iglesia se opuso ferozmente a Napoleón, no tanto en defensa de la libertad sino porque éste había cerrado dos tercios de los conventos y había suprimido la inquisición.

 El grupo de madrileños es totalmente heterogéneo, hombres toscos, vulgares, harapientos, un fraile..., probablemente algunos de ellos ni siquiera habrían participando en el levantamiento, eran simples espectadores, o pasaban por allí y ahora se encuentran enfrentados a un pelotón de ejecución. Lo que plasma Goya es la reacción individualizada ante la muerte inmediata; 

el cadáver de primer término, de bruces en un charco de sangre, deja claro su destino. El fraile, arrodillado, aprieta las manos en actitud suplicante; justo encima de éste, un rostro con los ojos totalmente abiertos mira hacia arriba; detrás, otro con los puños cerrados se tapa las orejas, como si no quisiese oír la descarga; otro, al fondo, se tapa la cara no queriendo ver a los verdugos. La víctima central, destacado por su camisa blanca, levanta los brazos con una actitud desafiante ofreciendo el pecho a los soldados, pero su valentía ya no sirve para nada, está ya muerto y lo sabe; sus rodillas se riegan con la sangre de los que anteriormente han sido fusilados y sus cuerpos yacen en desorden.

Es un cuadro que rompe con el neoclasicismo de la época. Nos muestra la Historia como una carnicería, la naturaleza como el marco en el que se produce el horror, la ciudad duerme ajena a la matanza, no hay lugar para la belleza, para el academicismo. No es propiamente una obra que perpetúe la insurrección nacional contra los franceses. Es más el retrato del antihéroe, no del guerrero sino de las victimas de la guerra, es un testimonio antibelicista, por eso ha pasado a la Historia del Arte como algo más que un cuadro de Historia.

lunes, 2 de mayo de 2022

LOS HÉROES DEL DOS DE MAYO

 

Los capitanes Daoíz y Velarde se convirtieron en los héroes del 2 de Mayo. Lideraron la casi anecdótica repuesta del Ejército español cuando, desde el Parque de Artillería de Monteleón, hicieron frente a las tropas del General Murat con tan sólo 200 hombres. Velarde que había llegado a Madrid en 1806 como secretario económico de Artillería, el día 2 solicitó refuerzos para defender el parque y salió con una compañía de 33 soldados. Convenció a Daoíz para que lo abriera y entregara las armas a los madrileños y participó en la defensa del acuartelamiento. A pesar de las órdenes expresas de no entrar en combate contra los franceses, los dos artilleros se pusieron del lado del pueblo español. Lucharon para que no solo el pueblo de Madrid se levantase contra los franceses sino para que se uniesen en la lucha el ejército y demás estamentos. Murió de un disparo en el pecho antes de que éste se rindiera.

  Daoíz, por su parte, era ya un militar de brillante carrera que había participado en la defensa de Ceuta y Orán, en la Guerra del Rosellón y en la defensa de Cádiz. Tras la llegada de Velarde mandó colocar cañones para defenderse del ataque y en la lucha resultó herido, pero aún recibió, sable en mano, a los generales Lagrange y Lefranc, cuando entraron en el parque. Lagrnage atacó al capitán y, cuando este intentó responder, fue abatido a bayonetazos. 

«Daoíz fue alcanzado por la espalda con una bayoneta y posteriormente acribillado a estocadas» El asalto definitivo asoló a los españoles, que se vieron superados por una fuerza 30 veces mayor. A su vez, el fuego de algunas unidades de tiradores franceses situados en balcones y casas hizo bajar rápidamente el número de defensores. En el fragor de la batalla, y como explica en este caso Benito Pérez Galdós en uno de sus «Episodios Nacionales», «Daoíz fue alcanzado por la espalda con una bayoneta y posteriormente acribillado a estocadas». El valiente capitán había defendido hasta su último aliento Monteleón, pero todo su valor no había conseguido detener a los franceses.

Por su parte, Velarde cayó cuando acudía junto a varios fusileros a reforzar una de las entradas. Un oficial polaco le disparó a quemarropa en el corazón haciendo que su cuerpo cayera con violencia en el suelo. Todo había acabado. «El cuerpo de Daoíz fue trasladado a su casa, y el de Velarde fue profanado por el enemigo hasta que horas más tarde fue recogido y trasladado primero al cuartel y posteriormente a la iglesia de San Martín, donde fue amortajado con un hábito de San Francisco; al día siguiente, fue enterrado en el lugar denominado El Jardinillo, dentro del templo, junto a Daoíz», determina en este caso Galdós. Ambos acabaron como empezaron, juntos.

 En marzo de 1814, se aprobó la exhumación de los restos de los generales Daoiz y Velarde para que fueran trasladados, el 2 de mayo del mismo año, de la iglesia de San Martín a la colegiata de San Isidro el Real. En la actualidad, los restos de los generales se encuentran en el Monumento a los héroes del Dos de mayo del Paseo del Prado de Madrid que se construyó en 1840. Además, los dos leones de bronce que presiden la entrada del Congreso de los Diputados reciben los nombres de “Daoiz y Velarde” en honor a ambos militares.

 MANUELA MALASAÑA

La defensa popular de la patria contra los franceses se encarnó en la figura de una joven de apenas 15 años, una costurera de un taller de bordadoras llamada Manuela Malasaña. Imágenes y leyendas glorifican la supuesta gesta de la heroína popular, pero en realidad poco se sabe con certeza acerca de su vida y de su muerte. Según el escritor Fernández de los Ríos, Manuela Malasaña moriría mientras ayudaba a cargar el arma de su padre a las puertas del Cuartel de Artillería. Así la imaginó el pintor Álvarez Dumont, muerta a los pies de un soldado de la caballería francesa mientras su padre la vengaba… Sin embargo, ninguna de estas dos versiones pudo ser cierta, ya que se sabe que por entonces la costurera era huérfana. Más crédito tiene la investigación de Cambronero que se nutre de supuestas versiones de testigos y que sitúa la muerte de la heroína una vez que había concluido ya el levantamiento y cuando los franceses imponían la represión entre la tarde-noche del 2 y el día 3. Manuela Malasaña sería abordada por una pareja de soldados franceses que intentarían seducirla en plena calle, y moriría a tiros después de defenderse con unas pequeñas tijeras de costura.

Fue enterrada en el Hospital de la Buena Dicha en la calle de Silva que había sido fundado en 1594 y que acogía a la gente pobre. En este lugar fueron atendidos muchos de los heridos en este día del 2 de Mayo y fueron enterrados muchos de los caídos.

El nombre de Manuela Malasaña consta con el nº 74 en la relación de víctimas que se conserva en los archivos militares y municipal de Madrid. Según un estudio hecho en 1908 hubo 409 muertos identificados y 170 heridos. Su retrato se encuentra en la Sala de Heroínas del Museo del Ejército. Manuela debía ser famosa en su barrio por su juventud y simpatía, y el hecho de morir tan joven y entregando su vida a la causa de la libertad hizo que se creara en torno a su memoria una gran leyenda de heroína.