lunes, 2 de mayo de 2022

LOS HÉROES DEL DOS DE MAYO

 

Los capitanes Daoíz y Velarde se convirtieron en los héroes del 2 de Mayo. Lideraron la casi anecdótica repuesta del Ejército español cuando, desde el Parque de Artillería de Monteleón, hicieron frente a las tropas del General Murat con tan sólo 200 hombres. Velarde que había llegado a Madrid en 1806 como secretario económico de Artillería, el día 2 solicitó refuerzos para defender el parque y salió con una compañía de 33 soldados. Convenció a Daoíz para que lo abriera y entregara las armas a los madrileños y participó en la defensa del acuartelamiento. A pesar de las órdenes expresas de no entrar en combate contra los franceses, los dos artilleros se pusieron del lado del pueblo español. Lucharon para que no solo el pueblo de Madrid se levantase contra los franceses sino para que se uniesen en la lucha el ejército y demás estamentos. Murió de un disparo en el pecho antes de que éste se rindiera.

  Daoíz, por su parte, era ya un militar de brillante carrera que había participado en la defensa de Ceuta y Orán, en la Guerra del Rosellón y en la defensa de Cádiz. Tras la llegada de Velarde mandó colocar cañones para defenderse del ataque y en la lucha resultó herido, pero aún recibió, sable en mano, a los generales Lagrange y Lefranc, cuando entraron en el parque. Lagrnage atacó al capitán y, cuando este intentó responder, fue abatido a bayonetazos. 

«Daoíz fue alcanzado por la espalda con una bayoneta y posteriormente acribillado a estocadas» El asalto definitivo asoló a los españoles, que se vieron superados por una fuerza 30 veces mayor. A su vez, el fuego de algunas unidades de tiradores franceses situados en balcones y casas hizo bajar rápidamente el número de defensores. En el fragor de la batalla, y como explica en este caso Benito Pérez Galdós en uno de sus «Episodios Nacionales», «Daoíz fue alcanzado por la espalda con una bayoneta y posteriormente acribillado a estocadas». El valiente capitán había defendido hasta su último aliento Monteleón, pero todo su valor no había conseguido detener a los franceses.

Por su parte, Velarde cayó cuando acudía junto a varios fusileros a reforzar una de las entradas. Un oficial polaco le disparó a quemarropa en el corazón haciendo que su cuerpo cayera con violencia en el suelo. Todo había acabado. «El cuerpo de Daoíz fue trasladado a su casa, y el de Velarde fue profanado por el enemigo hasta que horas más tarde fue recogido y trasladado primero al cuartel y posteriormente a la iglesia de San Martín, donde fue amortajado con un hábito de San Francisco; al día siguiente, fue enterrado en el lugar denominado El Jardinillo, dentro del templo, junto a Daoíz», determina en este caso Galdós. Ambos acabaron como empezaron, juntos.

 En marzo de 1814, se aprobó la exhumación de los restos de los generales Daoiz y Velarde para que fueran trasladados, el 2 de mayo del mismo año, de la iglesia de San Martín a la colegiata de San Isidro el Real. En la actualidad, los restos de los generales se encuentran en el Monumento a los héroes del Dos de mayo del Paseo del Prado de Madrid que se construyó en 1840. Además, los dos leones de bronce que presiden la entrada del Congreso de los Diputados reciben los nombres de “Daoiz y Velarde” en honor a ambos militares.

 MANUELA MALASAÑA

La defensa popular de la patria contra los franceses se encarnó en la figura de una joven de apenas 15 años, una costurera de un taller de bordadoras llamada Manuela Malasaña. Imágenes y leyendas glorifican la supuesta gesta de la heroína popular, pero en realidad poco se sabe con certeza acerca de su vida y de su muerte. Según el escritor Fernández de los Ríos, Manuela Malasaña moriría mientras ayudaba a cargar el arma de su padre a las puertas del Cuartel de Artillería. Así la imaginó el pintor Álvarez Dumont, muerta a los pies de un soldado de la caballería francesa mientras su padre la vengaba… Sin embargo, ninguna de estas dos versiones pudo ser cierta, ya que se sabe que por entonces la costurera era huérfana. Más crédito tiene la investigación de Cambronero que se nutre de supuestas versiones de testigos y que sitúa la muerte de la heroína una vez que había concluido ya el levantamiento y cuando los franceses imponían la represión entre la tarde-noche del 2 y el día 3. Manuela Malasaña sería abordada por una pareja de soldados franceses que intentarían seducirla en plena calle, y moriría a tiros después de defenderse con unas pequeñas tijeras de costura.

Fue enterrada en el Hospital de la Buena Dicha en la calle de Silva que había sido fundado en 1594 y que acogía a la gente pobre. En este lugar fueron atendidos muchos de los heridos en este día del 2 de Mayo y fueron enterrados muchos de los caídos.

El nombre de Manuela Malasaña consta con el nº 74 en la relación de víctimas que se conserva en los archivos militares y municipal de Madrid. Según un estudio hecho en 1908 hubo 409 muertos identificados y 170 heridos. Su retrato se encuentra en la Sala de Heroínas del Museo del Ejército. Manuela debía ser famosa en su barrio por su juventud y simpatía, y el hecho de morir tan joven y entregando su vida a la causa de la libertad hizo que se creara en torno a su memoria una gran leyenda de heroína.

 

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