Según contó el vecino Diego Antonio Soriano, antes de que las divisiones de Reding y Coupigny hicieran su entrada en la villa de Bailén en la mañana del 18 de julio, llegó primero una escuadra de reconocimiento (50 infantes y 10 caballos), al que pertenecía el húsar de Olivenza que al poco de el amanecer entró por la calle de la Iglesia y llegando a la fuente que había en la plaza del Reloj, le dio de beber a su caballo. Al poco de llegar se hallaban en la plaza todos los paisanos que estaban en el pueblo y dos o tres individuos de la Justicia, e informados por donde venían las tropas, corrieron todos a recibirlos. Esta avanzadilla española tuvo que atacar de forma urgente y decidida a una descubierta francesa muy similar en número (60 infantes y 10 caballos), que fue avistada desde el Cerrajón (Camino de Sevilleja) subiendo hacia Bailén desde Zocueca, por el capitán del Barbastro que mandaba la avanzadilla española, regimiento de infantería perteneciente a la vanguardia comandada por Venegas.
Preguntó el capitán español si se podría cogerla por la retaguardia, y en
efecto los bailenenses Miguel de Porcuna, Manuel Campos y Miguel Abad actuaron
de guías en aquel rápido movimiento para aniquilar totalmente a la descubierta
francesa en el Arroyo de la Dehesa. Los
franceses, en efecto, fueron sorprendidos por detrás, no quedando vivos nada
más que un sargento y un cabo quienes hechos prisioneros fueron conducidos por
Miguel Abad hasta el General Reding que ya había hecho su entrada en Bailén y
establecían su campamento principal en el entorno de la Huerta de Arteaga
(Vivero), las eras del Pilar y las eras de la Soledad. Encontrados en el Molino
de las Huertas antiguas los edecanes, a estos se los entregó y le ordenaron que
los condujese al hospital.
Esta acción, hasta ahora poco conocida e ignorada por la Historia,
resultó providencial, pues si algunos de aquellos soldados franceses hubiese
escapado de vuelta hacia Andújar, Dupont hubiera podido conocer de antemano que
Reding había logrado interponerse entre su posición y la de Vedel. Fue, sin
duda alguna, un combate menor pero una acción decisiva, pues pudo haber
cambiado el curso de la batalla.
En resumen, el Molino de la Huerta de Arteaga (o “Molino de las Huertas antiguas”) fue el lugar utilizado
como puesto de mando principal por los generales Reding y Coupigny durante la
batalla de Bailén. No olvidemos que, comenzada la batalla, Reding
se limitó a resistir
y defender el paso de Bailén,
en sus dos vertientes (el 19 de julio por la tarde los combates se reanudaron
por la carretera de Madrid y el cerro de San Cristóbal).
Además, es bien conocido que el despliegue de la división de Coupigny se apoyó directamente sobre la Huerta de Arteaga. El ala izquierda del ejército español, con los batallones de segunda línea apuntalados sobre el mismo camino de Jaén y el viejo camino de Villanueva o de La Toscana, fue además el punto más frágil de la posición española, terriblemente disputado y valerosamente defendido. Sobre todo cuando uno de los ataques franceses intentó envolver este ala izquierda, bajando por Cañada Isabel para intentar salir al camino de Jaén por el Regajo Grande (actuales cerámicas de José Padilla García, Santa Adela y La Perdiz), interponiéndose en su camino las tropas españoles desde Las Monjas y Retamosa (actual cantera detrás de La Milagrosa y San Juan). Es decir, desde la Huerta de Arteaga y el camino de Jaén se defendió una de las zonas más importantes del campo de batalla. Lo mismo que hicieron el día anterior, Reding y Coupigny debieron dirigir sus tropas y seguir el desarrollo de la batalla desde el Molino de la Huerta de Arteaga, en medio de un impresionante ajetreo donde despacharían a sus edecanes y ayudantes de campo, verdaderos enlaces entre el puesto de mando principal y los puestos tácticos destacados en las primeras líneas defensivas.Doscientos catorce años después es hoy uno de los pocos testigos y testimonios que aún quedan de nuestro pasado.