Tal día como hoy del año 1815, hace 208 años, en Pizzo (entonces reino de
Nápoles y actualmente región de Calabria, en Italia); un pelotón de soldados
austríacos fusilaba a Joaquim Murat, que había sido mariscal de Francia,
aspirante a ocupar el trono de Madrid, y rey de Nápoles. Murat, nacido en 1767
en la Bastida (Occitania-Francia) en una familia de hosteleros rurales, abandonó
sus estudios de teología y se alistó al ejército. Hizo una carrera militar
fulgurante durante los primeros años del régimen republicano (1794-1799) hasta
alcanzar el grado de general. En plena progresión, se casó con Carolina
Bonaparte (1800) y se convirtió en cuñado del, entonces, primer cónsul,
Napoleón, y en uno de sus principales colaboradores.
Murat se ganó una triste fama por la brutalidad que empleaba en el
campo de batalla. Popularizó la cita "le
combate cesse faut de combattants" (el combate se acaba por falta
de combatientes). Pero allí donde consagraría su pésima fama seria en Madrid, durante los hechos del 2 de mayo de
1808. Mientras los Borbones
hispánicos Carlos IV y Fernando VII negociaban la venta de la corona española a
Napoleón; las clases más
reaccionarías de la corte española urdieron un levantamiento que tenía el
objetivo de impedir aquella transacción y blindar el régimen absolutista.
Murat, máxima autoridad militar francesa en Madrid, reprimió aquel
motín con docenas de detenciones y fusilamientos.
Acto
seguido Murat se postuló como rey, pero Napoleón prefirió a su hermano José.
Murat fue destinado al reino de Nápoles, que había sido conquistado por el
Imperio francés y cuyo rey, Fernando I —también de la estirpe Borbón—, había
sido destronado; y fue rey de Nápoles durante siete años (1808-1815).
Reinó como Joaquín I, y durante este periodo el reino napolitano vivió
una primavera política, cultural y social sin precedentes. También
durante esta etapa apartó del poder a la Camorra.
Después de la Batalla de Waterloo huye a Córcega, desde donde intenta organizar
la reconquista de Nápoles. Desembarcó
en Calabria acompañado por treinta fieles, pero la población no solo
no le recibió como un liberador, sino que no hizo nada para evitar su posterior
arresto. Murat fue encerrado en el castillo de Pizzo, donde una comisión
sumaria le juzgó, condenó a muerte y ejecutó en una de las salas de la
fortaleza, concediéndole como única gracia escribir a su esposa.
El día de su fusilamiento marchó hacia el lugar de la
ejecución vistiendo su uniforme de Mariscal de Francia. No aceptó la silla
que le ofrecieron y tampoco consintió que le vendaran los ojos, diciendo: J'ai bravé la mort trop souvent pour la
craindre. (He desafiado a la muerte en demasiadas ocasiones
como para tenerle miedo). Se mantuvo firme, orgulloso y arrogante, aunque
cortés incluso con los soldados del pelotón. Cuando estuvo preparado, besó un
cristal de cuarzo anaranjado, que tenía el rostro de su esposa grabado, y
exclamó: Sauvez ma face, visez à
mon cœur... Feu! (Respetad mi rostro, apuntad al corazón...
¡Fuego!). Su cuerpo nunca ha sido encontrado. Después de su
fusilamiento, los Borbones recuperaron la corona, y los capodifamiglia
de la camorra se volvieron a sentar en los consejos
de ministros napolitanos. Actualmente
se cree que los restos de este personaje, que murió con sus mejores galas por
petición propia, se encuentran enterrados en una fosa común bajo la Iglesia de
San Jorge Pizzo aunque diversas fuentes lo ubican en otros rincones como Pére
Lachaise en París, donde se encuentra una tumba en su memoria.