Ante las
repetidas presiones recibidas por los franceses y su propia familia, Fernando
VII el 1 de mayo de 1808 accede a abdicar a favor de su padre, que se convierte de nuevo, y por
breve tiempo en rey de España. La situación
en Bayona estaba adquiriendo el aspecto de una ópera bufa Carlos IV afirmó que
la renuncia al trono producida tras el motín de Aranjuez era nula y exigió la
devolución de sus derechos. Napoleón le obligó a ceder sus derechos a cambio de
asilo en Francia para él, su mujer y su favorito Godoy, así como una sustancial
pensión (30 millones de reales anuales). Cuando llegaron a Bayona las noticias
del levantamiento de Madrid y de su represión, Napoleón ordenó a Fernando VII
reconocer a su padre como rey legítimo. A cambio de un castillo y de una
pensión anual de cuatro millones de reales, aceptó, ignorando que su padre
había renunciado en favor de Bonaparte.
El descontento
de la población ante el descrédito que le merecía la Junta, sería el
desencadenante del conflicto. El incidente que hizo estallar la crisis fue el
traslado del infante don Francisco de Paula, el único de los hijos de Carlos IV
que aún permanecía en Madrid. Un grupo de personas intentó que abandonara la
villa y atacó a un escuadrón francés que sólo pudo salvarse del linchamiento
gracias a la intervención de un destacamento de soldados españoles. Estos
incidentes determinaron una violenta reacción popular que se extendió por toda
la ciudad. Las tropas francesas que se hallaban acantonadas en los alrededores
de la ciudad acudieron a sofocar la revuelta, que cobraba por momentos una
mayor dimensión.
El 2 de mayo de1808, al grito de ¡Que
nos lo llevan!, el gentío penetró en el palacio. El infante se asoma a un
balcón aumentando el bullicio en la plaza. Este tumulto fue aprovechado por
Murat, el cual despachó rápidamente a un batallón de granaderos de la Guardia Imperial
al palacio, acompañado de artillería, que disparó en contra de la multitud. Al
deseo del pueblo de impedir la salida del infante, se unió la de vengar a los
muertos y la de deshacerse de los franceses. La lucha se extendió por todo
Madrid.
Bando de los Alcaldes de Móstoles, Andrés Torrejón y Simón Hernández. Las
noticias del levantamiento de Madrid se extienden por España y se inicia la
insurrección. En realidad, éste fue redactado por el aristócrata Juan
Pérez Villamil. El bando tenía una misión específica: avisar a los
pueblos de Toledo y Extremadura para que movilizaran milicias que acudiesen a
socorrer a Madrid, ocupada por los franceses. Se puede descartar que este bando
constituyera una verdadera declaración de guerra a Napoleón y los franceses,
acto que llevó a cabo la Junta Suprema
Central de Sevilla un mes más tarde (6 de junio de 1808).
El texto del bando es el siguiente:Señores Justicias de los pueblos a quienes se presentase este oficio, de mí el Alcalde de la villa de Móstoles:
Es notorio que los Franceses apostados en las
cercanías de Madrid y dentro de la
Corte, han tomado la defensa, sobre este pueblo capital y las
tropas españolas; de manera que en Madrid está corriendo a esta hora mucha
sangre; como Españoles es necesario que muramos por el Rey y por la Patria, armándonos contra
unos pérfidos que so color de amistad y alianza nos quieren imponer un pesado
yugo, Después de haberse apoderado de la Augusta persona del Rey; procedamos pues, a tomar
las activas providencias para escarmentar tanta perfidia, acudiendo al socorro
de Madrid y demás pueblos y alentándonos, pues no hay fuerzas que prevalezcan
contra quien es leal y valiente, como los Españoles lo son.
Dios guarde a Ustedes muchos años.
Móstoles dos de Mayo de mil ochocientos y ocho.
Andrés Torrejón
Simón Hernández
Los madrileños descubrieron en ese instante las necesidades de la guerra
callejera: constitución de partidas de barrio comandadas por caudillos
espontáneos; obligación de proveerse de armas (luchaban navajas frente a
sables); necesidad de impedir la llegada de nuevas tropas francesas...
Todo esto no fue suficiente y Murat pudo poner en práctica una táctica tan
sencilla como eficaz. Cuando los madrileños quisieron hacerse con las puertas
de la cerca de Madrid para impedir la llegada de las fuerzas francesas
acantonadas fuera de Madrid, el grueso de las tropas de Murat (unos 30.000
hombres) ya había penetrado en la ciudad, haciendo un movimiento concéntrico
para adentrarse en Madrid.
Si bien la resistencia al avance francés fue mucho más eficaz de lo que
Murat había previsto, especialmente en la Puerta de Toledo, la Puerta del Sol y el Parque de Artillería de
Monteleón, esta operación permitió a Murat someter a Madrid bajo la
jurisdicción militar. Esto fue, tratar a los madrileños como rebeldes. Puso
igualmente bajo sus órdenes a la
Junta de Gobierno.
Poco a poco, los focos de resistencia fueron cayendo. Acuchillamientos,
degollamientos, detenciones... Mamelucos y lanceros napoleónicos extremaron su
crueldad con el pueblo madrileño. Cientos de españoles, hombres y mujeres, y
soldados franceses murieron en esta refriega. El lienzo de Goya, La Carga de
los Mamelucos refleja la lucha.
Mientras tanto, los militares españoles permanecieron, siguiendo órdenes
del capitán general Francisco Javier Negrete, acuartelados y pasivos. Sólo los
artilleros del parque de Artillería sito en el Palacio de Monteleón
desobedecieron las órdenes y se unieron a la insurrección. Los héroes de mayor
graduación fueron los capitanes Luis Daoiz y Torres (que asumió el mando de los
insurrectos por ser el más veterano) y Pedro Velarde Santillán. Con sus hombres
se encerraron en el Parque de Artillería de Monteleón y, tras repeler una
primera ofensiva francesa al mando del general Lefranc, murieron luchando
heroicamente ante los refuerzos enviados por Murat.
La represión fue cruel. Murat no conforme con haber aplacado el
levantamiento, se planteó tres objetivos: controlar la administración y el
ejército español; aplicar un riguroso castigo a los rebeldes para escarmiento
de todos los españoles; y afirmar que era él quien gobernaba España. La tarde
del 2 de mayo firmó un decreto que creó una comisión militar, presidida por el
general Grouchy, para sentenciar a muerte a todos cuantos hubiesen sido cogidos
con las armas en la mano (Serán arcabuceados todos cuantos durante la
rebelión han sido presos con armas). El Consejo de Castilla publicó una
proclama en la que se declaró ilícita cualquier reunión en sitios públicos y se
ordenó la entrega de todas las armas, blancas o de fuego. Militares españoles
colaboraron con Grouchy en la comisión militar. En estos primeros momentos, las
clases pudientes parecieron preferir el triunfo de las armas de Murat antes que
el de los patriotas, compuestos únicamente de las clases populares.
En el Salón del Prado y en los campos de La Moncloa se fusiló a
centenares de patriotas. Quizá unos mil españoles perdieron la vida en el
levantamiento y los fusilamientos subsiguientes.
LOS HÉROES DEL DOS DE MAYO
Los capitanes Daoíz y Velarde se convirtieron en los héroes del 2 de Mayo.
Lideraron la casi anecdótica repuesta del Ejército español cuando, desde el
Parque de Artillería de Monteleón, hicieron
frente a las tropas del General Murat con tan sólo 200 hombres. Velarde que
había llegado a Madrid en 1806 como secretario económico de Artillería, el día
2 solicitó refuerzos para defender el parque y salió con una compañía de 33
soldados. Convenció a Daoíz para que lo abriera y entregara las armas a los
madrileños y participó en la defensa del acuartelamiento. Murió de un disparo
en el pecho antes de que éste se rindiera. Daoíz, por su parte, era ya un
militar de brillante carrera que había participado en la defensa de Ceuta y
Orán, en la Guerra
del Rosellón y en la defensa de Cádiz. Tras la llegada de Velarde mandó colocar
cañones para defenderse del ataque y en la lucha resultó herido, pero aún
recibió, sable en mano, a los generales Lagrange y Lefranc, cuando entraron en
el parque. Lagrnage atacó al capitán y, cuando este intentó responder, fue
abatido a bayonetazos.
El cadete Juan
Vázquez Afán de Ribera estaba lejos de su tierra, Granada. En esa mañana del 2
de mayo de 1808, hace doscientos años, había escuchado disparos. La presencia
francesa mantenía soliviantados a los vecinos de la Villa, pero los militares
tenían la orden de no intervenir. El cadete del arma de infantería, desoyendo a
sus padres, salió de casa para terminar, horas después, muriendo junto a otros
soldados, oficiales y sublevados defendiendo el Parque de Artillería de
Monteleón. La defensa de ese parque, la primera resistencia en Madrid, que se
celebra ahora en el bicentenario de la Guerra de la Independencia.
Una bala
francesa acabó con el cadete de 12 años de la II compañía del III Batallón del
Regimiento de Voluntarios durante el asedio al cuartel, donde resistió junto a
los capitanes Luis Daoiz y Pedro Velarde. La muerte le encontró, cuentan los
testimonios, defendiendo una posición avanzada ante el avance de las tropas
francesas. Otros testigos de lo sucedido relatan que, habiendo salvado la vida
a mujeres y niños que también participaban en la defensa de Monteleón, la bala
le alcanzó mientras intentaba salvar la vida del teniente Jacinto Ruiz.
MANUELA MALASAÑA
La defensa popular de la patria contra los franceses se encarnó en la
figura de una joven de apenas 15 años, una costurera de un taller de bordadoras
llamada Manuela Malasaña. Imágenes y leyendas glorifican la supuesta gesta de
la heroína popular, pero en realidad poco se sabe con certeza acerca de su vida
y de su muerte. Según el escritor Fernández de los Ríos, Manuela Malasaña
moriría mientras ayudaba a cargar el arma de su padre a las puertas del Cuartel
de Artillería. Así la imaginó el pintor Álvarez Dumont, muerta a los pies de un
soldado de la caballería francesa mientras su padre la vengaba… Sin embargo, ninguna
de estas dos versiones pudo ser cierta, ya que se sabe que por entonces la
costurera era huérfana. Más crédito tiene la investigación de Cambronero que se
nutre de supuestas versiones de testigos y que sitúa la muerte de la heroína
una vez que había concluido ya el levantamiento y cuando los franceses imponían
la represión entre la tarde-noche del 2 y el día 3. Manuela Malasaña sería
abordada por una pareja de soldados franceses que intentarían seducirla en
plena calle, y moriría a tiros después de defenderse con unas pequeñas tijeras
de costura.
Fue enterrada en el Hospital de la Buena
Dicha en la calle de Silva que había sido fundado en 1594 y
que acogía a la gente pobre. En este lugar fueron atendidos muchos de los
heridos en este día del 2 de Mayo y fueron enterrados muchos de los caídos.
El nombre de Manuela Malasaña consta con el nº 74 en la relación de
víctimas que se conserva en los archivos militares y municipal de Madrid. Según
un estudio hecho en 1908 hubo 409 muertos identificados y 170 heridos. Su
retrato se encuentra en la Sala
de Heroínas del Museo del Ejército.
Manuela debía ser famosa en su barrio por su juventud y simpatía, y el
hecho de morir tan joven y entregando su vida a la causa de la libertad hizo
que se creara en torno a su memoria una gran leyenda de heroína.
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