El 6 de junio de 1808 se produce la primera derrota importante de las tropas
francesas. El general francés Schwatz, que pretendía acudir desde Barcelona a
Zaragoza para apoyar el inminente sitio, es interceptado y derrotado en el paso
del Bruc por un conjunto de paisanos armados de los pueblos cercanos a los que
se unen militares huidos de Barcelona y mercenarios suizos del regimiento de
Wimpffen. La batalla se vuelve a repetirse unos días más tarde, el 14 con el
mismo resultado.
El 4 de junio de 1808 una columna francesa comandada por Schwartz salió de Barcelona en dirección a Lérida y Zaragoza. También tenía la orden de pasar por Manresa e Igualada. Los efectivos de la columna francesa sumaban 3.800 hombres. La noticia se transmitió rápidamente a las localidades por donde debían de pasar, pues las campanas comenzaron a tañer el “toque de somatén” convocando a los vecinos. Aquella tarde los franceses llegaron a Martorell y allí pernoctaron. Para llegar a Manresa, debían forzar el paso del Bruc. El mismo día 4 un gran aguacero sorprendió a la columna francesa que se refugia en Martorell.
Esta situación permitió organizar la acción del Bruc que tuvo lugar el 6 junio de 1808. Al día siguiente, muy temprano, varios oficiales y soldados del 2º batallón del regimiento de guardias valonas, así como un oficial y soldados del regimiento de infantería suiza “Wimpffen” nº 1 al servicio de España, acompañados de varios centenares de miembros de los somatenes de Manresa e Igualada, se colocaron en la alturas del Camino Real. En total llegaban a unos 2.000 hombres.
Los franceses no reanudaron
su marcha hasta las seis de madrugada del dia siguiente, debido a la dificultad
de caminar bajo la lluvia, y, después de dejar atrás Esparraguera y Collbató,
los franceses llegaron al Bruch de Arriba, punto de
bifurcación del camino de Manresa y el Camino Real que lleva a Lleida. Allí
fueron recibidos por el fuego de los paisanos y soldados que esperaban desde el
día anterior. Los franceses, después del primer efecto sorpresa de la
emboscada, se organizaron y asaltaron las posiciones de los somatenes, quienes
se retiraron y, dándose por satisfechos, iniciaron el regreso a sus casas. El
general Schwartz, dado que ya era la hora de almorzar, ordenó a algunos de sus
soldados que montaran guardia mientras que el resto de la unidad se preparaba
para comer y descansar antes de proseguir el camino.
Leyenda
Aquí es donde surge la historia del Niño del Tambor. Esta historia
cuenta el episodio del joven pastorcillo que pone en fuga a las tropas
napoleónicas con la colaboración del eco de las montañas de Montserrat. Isidro Llusá y Casanova,
el niño de la historia, no podía combatir por su edad, pero quiere ayudar a su
pueblo contra los franceses, así que toma su tambor y se pone a tocar. El eco
de las montañas hace que de la impresión que son miles de tamborileros, por lo
que el ejército francés se bate en retirada.
En el lugar, hay un monumento, y una
inscripción, que dice:
Viajero, para aquí, que el francés también paró, el
que por todo pasó no pudo pasar de aquí.
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