Tras las primeras escaramuzas del “Rumblar”, la división francesa, de unos diez mil hombres, comienza a tomar posiciones tras La Cruz Blanca. El gral. Reding envía al Rgto. de infantería de línea “Jaén”, a una compañía de ingenieros y a un piquete de caballería de línea “España” al Haza Walona, lugar privilegiado desde donde los tiradores podían hostigar el avance francés como así fue. Comenzaba a alborear y la batalla ya había comenzado. Dupont incomodado con la posición de privilegio que los españoles habían adoptado envía en su encuentro a los Rgtos 2º y 6º de suizos y a la brigada Schramm. Los suizos reacios en su fuero interno a enfrentarse a los españoles, flaquean en su ataque y los infantes españoles los rechazan sin contemplaciones. Esta primera acción supone una inyección de aliento para los del “Jaén” de línea y desde el cerro vivaquearon al rey y a España. Se hicieron algunos prisioneros. Dupont enojado por lo sucedido ordena una carga devastadora a su caballería. Los dragones del general Privé del 1º y 2º provisional y unos 150 coraceros de la brigada Gobert, que habían quedado en Andújar en su día, se lanzan al ataque de la posición del Haza Walona. El choque resulta descomunal. Los infantes españoles son literalmente arrollados. Los ingenieros consiguen desplazarse hasta el cerro contiguo “el Cerrajón” disparando con sus mosquetes a la caballería francesa. Los jinetes del “España” se tuvieron que prodigar por aquí y por allá para evitar males mayores. El flanco español estuvo a punto de derrumbarse. El Jaén perdió en esa acción ceca de doscientos hombres entre muertos, heridos y “extraviados”, su coronel D. Antonio Moya perdió la vida en el combate así como su capitán ayudante D. Carlos Sevilla. El Rgto. suizo español (el 3º de Reding) corrió al Haza Walona en apoyo de sus compañeros. Los coraceros franceses se hicieron con dos banderas españolas, una regimental y una de batallón. Los franceses tampoco se fueron de rositas dejando sobre el campo bastantes bajas. Por suerte la caballería francesa volvió grupas requerida por su estado mayor pues otra acción se estaba produciendo casi simultáneamente.
ATAQUE FRANCÉS AL CENTRO
Hacia las seis de la mañana, ocho columnas de infantería francesa constituidas por infantes de la 4ª Legión de reserva y el 4º de suizos al servicio de Francia habían intentado un primer ataque al centro de la línea española. En el centro izquierda de la línea española formaban los Rgtos de Irlanda y Ceuta y a la derecha de la batería central el Rgto. de La Reina y el 1º de Voluntarios granadinos. Los infantes franceses avanzaron desde La Cruz Blanca y soportando un nutrido fuego cruzado desde la línea española avanzaron hasta desplegarse en orden de combate. Sin embargo la intensidad del fuego español y el alto número de bajas hizo fracasar el intento tocándose retirada desde las líneas francesas. La brigada Chabert había salido malparada en este primer intento. Dupont no había esperado la llegada del resto de su ejército, que arribaba desde la carretera de Andújar con cuentagotas. La artillería española del Rgto. de Sevilla se había empleado a fondo y desde el centro de la línea iba desmontando a tiro limpio a las piezas francesas conforme iban llegando. Los franceses nunca tuvieron suficiente apoyo artillero. En su retirada los galos quedaron desguarnecidos y la caballería española del Farnesio y los lanceros de Jerez y Utrera (los famosos garrochistas) salieron en su persecución. Podría haber sido un desastre para la infantería francesa de la Chabert, en plena retirada, pero la caballería francesa proveniente del Haza Walona (provisionales de coraceros y dragones de Privé) neutralizaron in extremis la ventaja española llegando incluso hasta sus líneas .
En esta acción los lanceros españoles prosiguieron su persecución adentrándose en las líneas francesas sufriendo grandes baja. Sólo volvió un tercio de su fuerza. Esta carga alocada pero épica de los lanceros durante la batalla y su comportamiento previo en la acción de Mengíbar se ha mitificado durante años y poco más o menos se les otorgó en su día el principal merito de la victoria. Aunque evidentemente esta actuación cargada de pundonor es digna de elogio, desde el punto de vista militar fue una locura y no tuvo gran influencia sobre el resultado final de la batalla.
ATAQUE FRANCÉS A LOS ZUMACARES
El caso es que todo volvía a ser como al principio, y las posiciones de ambos contendientes era la misma. Sin embargo en las dos acciones antes descritas los franceses tuvieron grandes bajas pues habían llevado el peso del ataque. La división Dupont se iba debilitando sin conseguir el objetivo marcado que no era otro que el de romper la línea española por el centro al más puro estilo napoleónico de la época. Ya había amanecido y el general Reding había tomado buena nota de las intenciones francesas. Era el momento oportuno para poner a los franceses en apuros y el general español que había reforzado el ala derecha de su línea con varios batallones del Rgto. de Ordenes Militares y compañías de cazadores de la Guardia Walona, ordena un contraataque desde cerro Valentín hacía los Zumacares, apoyados por los jinetes de Olivenza, sorprendiendo inicialmente a los franceses que vieron peligrar ese flanco y de haber triunfado hubiese tenido nefastas consecuencias para la línea francesa. Eran las ocho de la mañana. Los infantes españoles llegaron hasta los Zumacares. Dupont envió a la carrera a la brigada Pannetier que se encontraba en el Rumblar así como a los rgtos. Provisionales de Cazadores del gral. Dupré para sofocar el peligro. A la brigada Pannetier pertenecían los dos Rgtos. de la Guardia de París, tropas estas de las mejores de que disponía Dupont. Atacaron Zumacar chico. Los cazadores de caballería francesa avanzaron por la vaguada y sorprendieron a los granaderos españoles de Órdenes Militares que se habían adelantado demasiado. La lucha fue intensa con numerosas bajas por los dos bandos. Los batallones españoles de Ordenes sufrieron alrededor de 300 bajas. De los jinetes de Olivenza nunca más se supo. El oportuno apoyo de varios batallones de la Guardia Walona hizo que se restableciera el orden. Desde la línea española los ligeros de Barbastro, de Gerona y Tarragona prodigaron su fuego en apoyo de sus compañeros de avanzada. Tras larga lucha los infantes españoles regresan a sus posiciones y Dupont tiene que proteger ese flanco con unidades de la Pannetier para evitar nuevos contraataques. Al final se firmaron tablas pero esas tropas francesas distraídas en la vigilancia de ese flanco no pudieron participar en posteriores ataques al centro de la línea española debilitándose así las posibilidades de éxito de Dupont.
El pueblo de Bailén se fue sumando a la batalla. Todo el que podía empuñar un arma lo hizo. Esto no tuvo relevancia en lo estrictamente militar pero fue un ejemplo de coraje y de apoyo a su ejército. En la calle del “Santo”, próxima al campo de batalla, se estableció un hospital de campaña donde gente del pueblo atendía a los heridos y se confeccionaban vendas y demás apoyo logístico. Bailén se convirtió en un gran hospital de sangre. En cuanto a la intendencia, víveres etc. el pueblo dio todo lo que tenía. Por su trascendencia histórica hay que destacar el hecho protagonizado por una mujer de Bailén, Maria Bellido. Una mujer de cincuenta y cinco años natural de Porcuna pero afincada en Bailén llamada “la culiancha”. Fue una de esas mujeres bailenenses que con gran arrojo y arriesgando la vida llevaron sus cantaros de agua al frente para auxiliar a sus compatriotas. En un momento determinado de la batalla le ofreció su cántaro al mismísimo gral. Reding, pero en ese momento una bala perdida rompió el cántaro y esa mujer, lejos de acobardarse , cogió del suelo una escudilla que aún contenía un poco de agua y se la volvió a ofrecer al gral. Este impresionado por su valentía le tomó el nombre y María Bellido pasó a la historia como heroína de Bailén.
NUEVO ATAQUE FRANCÉS AL CENTRO
Hacia las diez de la mañana había terminado la acción en la zona de los Zumacares. El gral. francés no se amedrenta y con los restos de la brigada Chabert y la 3ª Legión de reserva recién incorporada lanza un segundo ataque frontal a la línea española. En el momento de despliegue de columna a línea de combate el nutrido fuego de la línea española hace caer a muchos oficiales franceses. Cunde el pánico y el despliegue francés se desbarata produciéndose la desbandada. La inmediata intervención de los regimientos de cazadores de caballería francesa del gral. Dupré evita la catástrofe. Los jinetes franceses llegaron hasta la línea española. En esta acción muere su jefe, el gral. Dupré. El segundo intento francés había fracasado rotundamente. Poco tiempo y pocas tropas operativas le restaban al mando francés para resolver la delicada situación.
ÚLTIMO ATAQUE FRANCÉS. EL CANTO DEL CISNE
Hacia el medio día, Dupont reagrupa las tropas disponibles de la 4ª y 3ª Legión de reserva y con el refuerzo del batallón de marinos de La Garde (tropa de elite) él mismo al frente de sus diezmados efectivos y en un último y supremo esfuerzo lo intenta de nuevo por el centro. En total unos 3.300 soldados de infantería y alrededor de 100 jinetes.
A esas alturas la mayoría de los soldados suizos se habían pasado en masa a las filas españolas. Al grito de ¡viva el emperador¡ se lanza hacia la línea española. En esta ocasión la 3ª Legión de reserva, que tan funesto papel había hecho apenas una hora antes, intenta desquitarse y se comporta bravamente. Ellos mismos rechazan a tiro limpio el contraataque de la caballería española. La infantería francesa llegan a estar cerca de los españoles, pero de nuevo un nutrido fuego cruzado y las descargas de metralla de las piezas artilleras frenan el ataque francés. El propio Dupont es herido en una cadera y se tambalea en su caballo. Cunde de nuevo el desánimo y lo que queda de la fuerza francesa se diluye al amparo de los olivares dejando solos a los oficiales que intentan conservar el orden. Eran las doce y media del medio día y a Dupont ya no le quedaban reservas. Por si fuera poco se escuchan dos cañonazos por la zona del Rumblar, era la división española de reserva. A la par se acercaron efectivos de la división de montaña del coronel Mourgeón. Todo había acabado.
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