Bailén después de la Acción de Mengíbar queda desguarnecido de tropas francesas y el día 18 de julio las divisiones españolas de Reding y Coupigny hacen su entrada en la ciudad sin encontrar prácticamente resistencia. Hasta aquí el plan de Porcuna se iba cumpliendo no así según lo previsto.
Antes de que las divisiones de Reding y Coupigny hicieran su entrada en la villa de Bailén en la mañana del 18 de julio, llegó primero una escuadra de reconocimiento (50 infantes y 10 caballos), al que pertenecía el húsar de Olivenza que al poco de el amanecer entró por la calle de la Iglesia y llegando a la fuente que había en la plaza del Reloj, le dio de beber a su caballo. Al poco de llegar se hallaban en la plaza todos los paisanos que estaban en el pueblo y dos o tres individuos de la Justicia, e informados por donde venían las tropas, corrieron todos a recibirlos.
Esta avanzadilla española tuvo que atacar de forma urgente y decidida a una descubierta francesa muy similar en número (60 infantes y 10 caballos), que fue avistada desde el Cerrajón (Camino de Sevilleja) subiendo hacia Bailén desde Zocueca, por el capitán del Barbastro que mandaba la avanzadilla española, regimiento de infantería perteneciente a la vanguardia comandada por Venegas.
Preguntó el capitán español si se podría cogerla por la retaguardia, y en efecto los bailenenses Miguel de Porcuna, Manuel Campos y Miguel Abad actuaron de guías en aquel rápido movimiento para aniquilar totalmente a la descubierta francesa en el Arroyo de la Dehesa. Los franceses, en efecto, fueron sorprendidos por detrás, no quedando vivos nada más que un sargento y un cabo quienes hechos prisioneros fueron conducidos por Miguel Abad hasta el General Reding que ya había hecho su entrada en Bailén y establecían su campamento principal en el entorno de la Huerta de Arteaga (Vivero), las eras del Pilar y las eras de la Soledad. Encontrados en el Molino de las Huertas antiguas los edecanes, a estos se los entregó y le ordenaron que los condujese al hospital.
Esta acción, hasta ahora poco conocida e ignorada por la Historia, resultó providencial, pues si algunos de aquellos soldados franceses hubiese escapado de vuelta hacia Andújar, Dupont hubiera podido conocer de antemano que Reding había logrado interponerse entre su posición y la de Vedel. Fue, sin duda alguna, un combate menor pero una acción decisiva, pues pudo haber cambiado el curso de la batalla.
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