Hacia las diez de la mañana había terminado
la acción en la zona de los Zumacares. Después de despejar de enemigos sus
flancos, Dupont se concentra en el centro. El gral. francés
no se amedrenta y con los restos de la brigada
Chabert y la “fresca”
3ª Legión de reserva
recién incorporada lanza un segundo
ataque frontal a la línea española. Sin embargo y,
como ocurriera en la fase anterior, el fuego español es demoledor y no tarda
mucho en deshacer las columnas francesas. En el momento de despliegue de columna a línea
de combate el nutrido fuego de la línea
española hace caer a muchos oficiales
franceses. Cunde el pánico y el despliegue francés se desbarata produciéndose la desbandada.
La inmediata intervención de los
regimientos de cazadores de
caballería francesa del Gral. Dupré evita
la catástrofe. Los
jinetes franceses llegaron hasta
la línea española. En esta acción muere su jefe, el Gral. Dupré. El segundo intento
francés
había
fracasado rotundamente.
Poco tiempo y
pocas tropas operativas le restaban al mando francés para resolver la delicada
situación. La sed, el humo del monte bajo incendiado,
los nervios que cunden entre las filas francesas tanto como el temor de la
llegada de Castaños desesperan al enemigo.
Hacia el mediodía, Dupont reagrupa las tropas disponibles de la 4ª y 3ª Legión de
reserva y con el refuerzo del
batallón de Marinos de La Garde (tropa de elite) él mismo al frente de sus diezmados efectivos y en un último y supremo esfuerzo lo intentará de nuevo por el centro.
En total unos 3.300 soldados
de infantería y alrededor de 100 jinetes. Será el final de la Batalla.
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