lunes, 14 de marzo de 2022

LUGARES CON HISTORIA: LA HUERTA EL SORDO O DE D. LÁZARO MEDINA

Si hay un lugar de nuestra ciudad que alcanzó fama como motivo de la batalla, ése es la “Huerta del Sordo” como popularmente se le conoce a La de Don Lázaro Medina, que es como aparece en la documentación oficial sobre la Batalla de Bailén.

Esta antigua noria se  ubica al oeste  de Bailén, entre la vieja y la nueva carretera de Madrid a Cádiz, en una vaguada húmeda y fresca entre la Cañada Incosa y el arroyo de los Alamillos, que actualmente ha dejado de correr.

La Noria del Sordo es, junto con la ermita de la Limpia y Pura, los únicos testigos que quedan en pie de lo que aconteció aquel caluroso martes, día 19 de julio de 1808. Así lo afirman tanto las fuentes francesas que describen la batalla como las españolas. Antonio José Carrero en su descripción de la Batalla afirma: de tan excesivo calor que lo aumentaba en sumo grado el continuo y esforzado fuego de ambos Exércitos, y el que originaba en algunos sembrados y montes que ardían.

En estas circunstancias no es difícil suponer que el agua llegó a ser de vital importancia, tanto para la tropa como para refrigerar los cañones. Los españoles tenían el suministro asegurado por el agua de las fuentes del pueblo y la que les acarreaban “algunas heroicas mujeres, que desentendidas de su sexo y de los riesgos, con cántaros andaban por medio del Exército”. Las tropas francesas por el contrario no tenían suministro toda vez que “la División al mando de D. Juan de la Cruz Mourgeón, que había venido por las alturas de la Sierra, y la baxó por el sitio de Vallesteros, extendiéndose por las avenidas del Río Rumblar, que los franceses tenían a retaguardia, les impedía totalmente abastecerse de agua durante la batalla”.

En medio de ambos ejércitos y deseada de manera muy especial por el ejército francés, a tiro de la 2º División española – de Coupigni - y las Brigadas francesas de Chabert y Dupré, la noria de Don Lázaro se ofrecía como único oasis en varios kilómetros a la redonda.. Por lo tanto era lógico pensar que fuese uno de los puntos que a toda costa querían ocupar los franceses. Ramón Cotta, teniente del Regimiento de la Reyna y por tanto testigo y protagonista del combate se refiere a ella y a su posición estratégica en sus “Apuntes”: Una noria que había a nuestro frente, próxima al Camino Real, ninguno de los dos ejércitos podían utilizarla por estar bajo los fuegos de los mismos”.
 

Una vez hubo acabado el combate, será en esta noria donde los franceses sacien su sed. El vecino de Bailén Bartolomé Soriano da en 1850 estas explicaciones a la “Comisión de indagaciones sobre la campaña de Andalucía y Batalla de Bailén”: Apenas había principiado la capitulación, cuando el general Reding les franqueó y permitió vinieran soldados franceses por agua sin armas a la noria de la huerta de D. Lázaro Medina, que se hallaba entre los dos ejércitos y muy inmediata a la línea de los españoles, en cuya noria había paisanos sacando agua con cubos y calderos y los franceses la llevaban en las cantimploras, trayendo cada soldado francés ocho o diez de ellas. No deja de ser una honrosa estampa la del pueblo de Bailén dando de beber generosamente a los vencidos.

La noria también ha sido referente en las leyendas locales. La imaginación popular ha tramado un buen número de historias en relación con los sucesos acaecidos en la Batalla. Uno de los más conocidos hace referencia a los franceses que, desesperados por la sed, se arrojaban a la noria exclamando: Morir aquí y resucitar en París. La leyenda se mantenía viva con las progresivas referencias a los sables, las corazas y las insignias francesas que, según se contaba, de vez en cuando salían a la superficie enganchados en los cangilones de la noria.

Doscientos catorce años después se encuentra rodeada de edificaciones, pero ya rehabilitada. Es hoy uno de los pocos testigos y testimonios que aún quedan de nuestro pasado.


 

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