La Cruz o aspa de Borgoña es un símbolo que está bastante ligado a la historia de España. Se trata de una representación de la Cruz de San Andrés apóstol que fuera crucificado en Patrás, en Grecia, con los troncos en forma de “x”. Según la antigua tradición, fue amarrado a dicha cruz donde estuvo sufriendo durante tres días, los cuales aprovechó para instruir en la religión a todo el que se le acercaba. Con esto, se trata de un símbolo que acompaña a nuestra historia desde las tropas de Juan Sin Miedo (Juan I de Castilla) lo utilizaran como emblema durante la guerra de los Cien Años. Asimismo, fue icono clave durante la época de los Reyes Católicos: fue incluido en las banderas españolas tras el matrimonio de Juana I de Castilla, más conocida como Juana la Loca, y Felipe I de Castilla, o Felipe “El Hermoso”, duque titular de Borgoña, lugar del que es patrón San Andrés.
Una vez Carlos III llegó al trono, se encargó de cambiar de manera definitiva el emblema del país, resultando en la bandera rojigualda que hoy conocemos, siendo más tarde Isabel II cuando, a través de un Real Decreto el 13 de octubre de 1843, dispuso la sustitución de todas las enseñas del Ejército por otras nuevas rojigualdas.
Ya en el siglo XIX, con el cambio de las leyes llevado a cabo por Fernando VII para que su hija Isabel fuera su sucesora, arrancaron las llamadas Guerras Carlistas, que asolaron España durante buena parte de la centuria. Los partidarios de su hermano Carlos como monarca adoptaron la Cruz de Borgoña como enseña durante el conflicto civil, especialmente arraigado en Navarra y País Vasco
En cualquier caso, fue Isabel II la que a través del Real Decreto de 13 de octubre de 1843 dispuso la sustitución de todas las enseñas del Ejército por otras nuevas rojigualdas, colores hasta entonces utilizados por la Armada y por algunos Batallones de la Milicia Nacional, ya que habían ido tomando carácter de símbolo liberal, frente a las blancas, también utilizadas por los carlistas durante la pasada Guerra Civil.
Por el citado Real Decreto, en adelante las banderas deberían ser todas rojigualdas, de 1,47 x1,47m y todas tendrían en su centro un escudo circular con las armas Reales, reducidas al cuartelado de Castilla y León, con las lises en su centro y la granada en punta, colocado sobre el cruce de una pequeña aspa roja de Borgoña y rodeado por una inscripción en letras negras con el Arma, número y batallón del Regimiento.
En la actualidad, tanto la Cruz de Borgoña (con nudos) como la de San Andrés (lisa) siguen siendo un emblema fuertemente arraigado en las enseñas de las Fuerzas Armadas españolas. Así, los Guiones y Banderines de las Unidades del Ejército llevan en su centro la Cruz de Borgoña, a excepción de algunas unidades, como la Legión, la Brigada Paracaidista o el Regimiento Inmemorial del Rey.
FUENTE: SOFÍA CAMPOS. DIARIO LA RAZÓN.
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